Mercedes 180 A Ponton W120

Mercedes 180A Ponton W120 – Reseña Histórica Desde 1957 Hasta la Actualidad

MERCEDES 180A PONTON W120

Mercedes 180 A Ponton W120
Su motor no es potente (65 CV), ni ofrece mucho par, pero exhibe una tremenda elasticidad.
 
El gran volante, a juego con la tapicería, está escoltado por una completa instrumentación. La eliminación de los guardabarros separados permitió al Pontón ofrecer un maletero de grandes dimensiones.
Quizás éste no sea un clásico exclusivo, pues no pertenece a ese selecto grupo de automóviles que tiempo atrás ha deslumbrado por su potencia, líneas deportivas o características especiales que giraban los cuellos de los viandantes al pasar. Quizás éste sea un clásico del montón, y no se merezca la atención de muchos entendidos. Pero algo tiene este coche que le otorga distinción, algo que no salta a simple vista y que es necesario relatar para que capte la atención de todos los apasionados de la automoción.
Puede que su exclusividad radique en que se trata del primer modelo de Mercedes en recibir un diseño de tres volúmenes (completamente diferenciados) y una construcción de monocasco. O que sea el primer coche del mundo con carrocería de seguridad o el primero de serie alimentado por inyección. O que se trate de una versión menos conocida, la segunda serie del 180 Pontón, es decir, el 180a, un ejemplar más extraño del que no se construyeron muchas unidades y que se distingue de su antecesor por mejorar su mecánica y adoptar ciertas soluciones estéticas. O quizás estriba en su propia supervivencia, ya que éste era el básico de la gama y el menos valorado hoy en día, por lo que es el más usado como ‘donante’ de piezas para otros hermanos mayores y de ahí que sea un espécimen en peligro de extinción. Salió de fábrica en 1957.
Puede haber muchos motivos por los que un coche clásico posea exclusividad, y sus interpretaciones no deben seguir siempre criterios objetivos. A veces existe una razón única y subjetiva o una atribución especial que se la confiere, aunque sea sólo a los ojos de una persona. «No pide nada, sólo un sitio donde dormir”.
Parece que los años no hayan pasado desde su fabricación en 1957, una época de posguerra en la que Mercedes-Benz intentaba resurgir de las literales cenizas de sus destruidas fábricas. El “Milagro Alemán” denominado así el pasmoso levantamiento económico que vivió este país tras la Segunda Guerra Mundial, permitió a la casa encender de nuevo sus cadenas de montaje.
Después del 170 V (de 1947), 170 D Y S (1949), 220 Y 300 (1951), la compañía alemana presenta en el Salón de Frankfurt de 1953 el 180 Ponton, el modelo que inició una nueva manera de construcción en la marca -al ser de carrocería autoportante- y expositor de ciertos avances de la época: un subchasis auxiliar delantero fijado sobre silentblocks que soporta motor, cambio, dirección y suspensión delantera; la suspensión trasera también va en su propio subchasis; y bastidor en cruz pero integrado en su base, lo que le ayuda a eliminar los guardabarros separados de su antecesor, el 170. Gracias a lo cual consigue una mayor amplitud interior y una menor resistencia al aire -con el consiguiente descenso de consumo-, además de facilitar la producción en serie. Sin embargo, y he ahí su punto débil, le acoplaron un añoso y relajado motor de 4 cilindros de válvulas laterales (1.767 CC con 52 CV a 4.000 rpm).
 
Es en 1957 cuando la casa decide afianzar y mejorar el modelo con una segunda serie y comienza a fabricar el 180a. Los principales cambios estéticos consistían en una calandra más ancha, un parachoques delantero más grueso y sin topes, unas originales entradas de aire frontales y unos pilotos traseros más grandes. Además equipaba el motor de 4 cilindros con válvulas en cabeza del 190 pero con la potencia reducida a 65 CV (el 190 tenía 75 CV). Se fabricaron 27353 unidades (1957-59) hasta la llegada del 180b (1959-61), que sería sustituido por el 180c, la última versión del Ponton fabricado hasta octubre de 1962 y coetáneo con su sucesor, el famoso «Colas».
 
El habitáculo, inundado de ese delicioso calor de coche, posee el aroma de la vejez. La posición es alta, con mucha visibilidad y el cristal recto se presenta a un palmo de la cara. Hay mucho espacio interior y altura libre gracias, en parte, a la forma de cúpula del techo. La instrumentación, accesible y completa, necesita cierta familiaridad ya que la mayoría de botones del salpicadero son iguales y esto requiere algo de tiempo para conocerlos. El cambio de luces cortas a largas se hace con el pie y el limpiaparabrisas se acciona con un pedal de dos posiciones: «pisas un poco accionas el limpia, pisas más y sale un chorro de agua”. Todo rudimentario pero con sabor añejo.
No hay nada más estimulante dentro de un coche clásico que descubrir fielmente cómo se conducía hace 50 años.  Y para ello es necesario utilizar el método freudiano de ensayo y error para conocer las diversas funciones de las palancas. Y algo que nunca falla en esta marca es el buen acabado de los detalles y la calidad de los materiales. La visibilidad delantera es excelente gracias, en parte, a la estrella de la marca colocada en el morro que sirve como referencia.
La trasera escasea debido a la gran caída del capó -por lo que no sabes donde acaba el coche- y al pequeño espejo retrovisor. La mecánica es simple y fiable y no requiere de mucha manutención pero, cuando es necesario, el vano motor ofrece una gran accesibilidad. «Sobra sitio por todos los lados, lo que además de facilitar el acceso para cualquier clase de intervención en el motor ayuda a refrigerar el mismo”.
 
Es un coche al que hay que acostumbrarse. Al llevar neumáticos diagonales hay que estar pendiente del volante porque se mueve mucho y si lo sueltas el coche no mantiene una trayectoria recta. La dirección necesita un buen brazo porque es muy dura en maniobra y en carretera hay que ir corrigiendo. Es difícil ir recto, los frenos son de tambor sin servo y el cambio está en el volante, su conducción es liosa al principio, pero enseguida lo dominas.
Su motor no es potente (65 CV) ni ofrece mucho par, pero exhibe una tremenda elasticidad, puede arrancar en tercera  y responde bien a bajos regímenes aunque hay que jugar mucho con el cambio para poder sacarle rendimiento. «Se nota que Mercedes buscaba fiabilidad, no prestaciones”. De ahí que este sea un coche amigo de las carreteras secundarias sin muchas curvas y que prefiera una velocidad cercana a los 70-80 km/h. ¿Por qué adorarlo? «Porque a su ritmo te llevaría al fin del mundo”
 
 

FICHA TECNICA Mercedes-Benz 180A Ponton W120

 
Período / uds. producidas: 1957-59/27.353
Construcción: Monocasco autoportante.
Motor: delantero longitudinal; 4 cilindros en línea, refrigerado por agua; 1.897 cc; carburador Solex 34 PAIT
Potencia máxima: 65 CV DIN a 4.500 rpm.
Transmisión: propulsión; 4 velocidades; embrague monodisco en seco.
Suspensión: delantera independiente con brazos triangulares y amortiguadores hidráulicos; detrás independiente con semiejes oscilantes y amortiguadores hidráulicos
Dirección: de tornillo sinfín por recirculación de bolas.
Frenos: de tambor a las 4 ruedas. Sin servo.
Dimensiones: 4,46 x 1,74 x 1,56 m.
Batalla/vías: 2.650 mm 11.420 mm delante y 1.450 mm detrás.
Peso: 1.160 kg.
Velocidad máxima: 136 km/h
Consumo: 10 l/100 km
Capacidad del depósito: 56 l.
 

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